FUNDACIÓN DE SAN IGNACIO DEL EMPEDRADO.

Hacia 1835 existían unos seis mil habitantes en lo que actualmente es la comuna de Empedrado y como toda la actividad civil y religiosa se desarrollaba en Cuyuname, debiendo para ello las personas viajar en caballos demorando a veces hasta dos días en llegar, los vecinos más importantes de este lugar y de la Rinconada creyeron necesario solicitar al Obispo de Concepción la autorización para construir un templo. Para el efecto, el vecino don Agustín Quintana y Bravo cedía el terreno necesario y la madera que fuese menester. Donaba, además todo el terreno plano que fuere útil para la fundación de un bonito pueblo.

La respuesta no se dejó esperar y en Cuyuname, con fecha 24 de febrero de 1835, “Se concede a Don Agustín Quintana la licencia que solicita para edificar una iglesia, que pueda servir de Vice Parroquia en el lugar titulado Empedrado y en consideración a la tanta distancia que hay de la Rinconada a la Parroquia de Cuyuname y por la falta de recursos de aquellos habitantes y por ser muy fragosos los caminos que median se proporcionará allí a un sacerdote que auxilie aquella gente, sirviendo de párroco en aquel lugar, bajo los límites siguientes: Por el lado sur la línea del título de los Rodríguez con los Opazos, por el oriente la casa de Don Pedro Garrido, línea recta al estero que da agua al molino de Rafael Rojas, hasta entrar en Purapel comprenderá la demás línea de este curato”. El Obispo.

El Intendente de Cauquenes refrendó dicha autorización por Decreto de fecha 29 de agosto de ese mismo año.

Habían pasado dos años y Don Agustín Quintana seguía cumpliendo su ofrecimiento de obsequiar sitios para la construcción de viviendas, lo que se puede comprobar con el siguiente documento que nos dice:

“Agustín Quintana y Bravo, inspector interino del distrito del Cunquillar por cuanto ha sido facultado con título suficiente por el Ilustrísimo Señor Obispo y el Señor Intendente de la Provincia para levantar una capilla y aumentar la población que sea posible en este lugar de San Ignacio del Empedrado para cuyo fin he graciado todo el terreno útil que aiga para el destino indicado y siendo Don Joaquín Enríquez, uno de los interesados en avecindarse he venido en graciarle un sitio con el frente al norte y con cuarenta y seis y media varas de frente lindando por el oeste con el que posee don José Valenzuela, por el sur con el que se halla despoblado y por el oeste con el que goza Don Maximian Pereira y para que el Señor Enríquez pueda edificar sin impedimento ninguno el sitio graciado por mí como dueño propio que soy, desde hoy en adelante me desiste del derecho acción y propiedad y dominio que al dicho terreno y todo lo cedo, renuncio y traspaso en el graciado para lo cual renuncio todas las leyes y derechos que hagan a mi favor; todo lo cedo y traspaso en el

graciado y para su firmeza lo firmo en San Ignacio del Empedrado a veintisiete de diciembre de mil ochocientos treinta y siete. Agustín Quintana y Bravo”.

San Ignacio del Empedrado había nacido y en forma simultánea se apagaba la existencia de San José de Cuyuname. El fuerte terremoto ocurrido el día 20 de febrero de 1835, a las 11,30 hrs., destruyó totalmente la villa. Varios fueron los acontecimientos que estuvieron como encadenados entre sí, causando la angustia y temor de los pobladores; el paso del Cometa Halley, un eclipse total de sol, el terremoto y el incendio del Templo Parroquial.

Del terremoto sólo se salvó el templo parroquial, pero sus horas estaban contadas pues cuatro días sucumbió por el fuego. Así la existencia total de la villa se había eclipsado para siempre, como si una maldición hubiese caído sobre ella.

Y así, de la otrora villa, no quedó más que un montón de escombros y de su templo un puñado de cenizas. Sus habitantes se pusieron muy piadosos e hicieron grandes rogativas, pero consideraron que el lugar estaba maldito por lo que decidieron marcharse un poco más hacia el S.E., donde fundaron una nueva villa que hoy es Sauzal, lugar donde se venera la Imagen de N.S. del Rosario, salvada del incendio del templo de Cuyuname y donde se conservan también los libros parroquiales de esa Doctrina.

Empedrado comenzó a tener importancia desde sus inicios fundacionales, pues habiendo desaparecido Cuyuname, esta nueva villa pasó a ocupar su lugar, siendo un paso obligado para los viajeros que transitaban entre Santiago y Concepción siguiendo la ruta costera o para quienes viajaban entre Cauquenes y Constitución.

Todo marchó bien mientras vivió el donante de los terrenos. A la muerte de Don Agustín Quintana, en 1847, su esposa Doña Josefa Rodríguez desconoció las donaciones hechas por su esposo, aduciendo que lo había hecho sin su consentimiento y pretendió la devolución de las mismas, por lo cual sostuvo un juicio que se prolongó por más de cinco años. Sin embargo su hija, Doña Rita Quintana Rodríguez, al igual que su padre, donó gran cantidad de sus tierras.

Transcurridos 39 años de su fundación, por Decreto Supremo de fecha 30 de octubre de 1847, Empedrado obtuvo el título de Villa y posteriormente, el 22 de diciembre de 1891 fue creada la I. Municipalidad, comprendiendo las subdelegaciones de Empedrado y Purapel. El poblamiento de la villa fue lento, pues en 1897 sólo contaba con 702 habitantes y la comuna con 6.924.

Como la agricultura y ganadería dejaron de tener importancia, comenzó la emigración de nuestros coterráneos, buscando mejores expectativas de vida. A partir de 1932, este abandono se aceleró debido a una gran plaga de conejos que asoló la zona. Los sembrados eran devorados sin piedad por estos roedores, dejándose sentir una aguda crisis económica que obligó a muchos empedradinos a buscar otros lugares como Constitución, Villa Alegre, San Javier, Linares, Parral o Santiago. Era tal la abundancia de conejos que con un solo tiro de escopeta un cazador podía dar muerte a dos o tres a la vez.

En cuanto al progreso material, éste ha sido lento, debido principalmente a la falta de autoridades competentes, salvo honradas excepciones como los Alcaldes Juan Herbetta en la década del 30 que se preocupó de la salud, contando el pueblo con una Posta con médico, matrona y practicante, maternidad bien equipada, al igual que su farmacia.

Hasta autopsias se practicaban en ella. Luego destacó también Don Arturo Pinochet, cuya preocupación fue la urbanización. Al finalizar la década del 50, hay que destacar a Don Benedicto Bollo De Geronimi, en cuyo periodo se construyó el edificio municipal, soleras y veredas.

En cuanto a servicios básicos, durante el primer cuarto de siglo las casas y calles principales eran alumbradas con gas de carburo. En 1960 se inaugura una planta eléctrica con un motor a gas pobre (carbón) y posteriormente, en 1966 Don Armando Meza Gutiérrez, hijo de Empedrado residente en Santiago, consigue que ENDESA extendiera sus redes a este pueblo.

Cada casa de Empedrado contaba con una noria para el abastecimiento de agua. Hacia 1930 con una red de 2 pulgadas hizo llegar el vital elemento desde una captación hecha en un predio parroquial ubicado al oriente de la Villa. En 1958 se hizo una captación desde el fundo Villa Prat, que fue una bendición mientras no crecieron los pinos que secaron las napas de agua, por lo que fue necesario en 1971 hacer una nueva captación en el sector La Orilla.

Bajo la Presidencia de Don Arturo Alessandri, por Decreto 2604 del 24 de junio de 1937 se fijaron los límites urbanos de Empedrado.